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Hongos en los pies (2ª parte)


¿Dónde lo he pillado?. Los hongos pueden “rebelarse” y causar la infección de muchas formas. En primer lugar los propios dermatofitos que habitan en nuestro pie pueden crecer de forma desmesurada si les facilitamos sus condiciones de desarrollo. De nuevo el calor, la humedad y el roce pueden ser los desencadenantes.
No obstante, lo más frecuente es que se transmitan de persona a persona bien de forma directa o indirecta. Las esporas, que es la forma de reproducción de los hongos, son muy resistentes y pueden permanecer durante meses o años en las duchas, piscinas, vestuarios, toallas...
El contagio se produce casi siempre en lugares en que coinciden muchas personas y llevan los pies descalzos:
 Suelos de piscinas, duchas, saunas, hoteles, gimnasios...
 Alfombras y moquetas
 Ropas comunes: toallas, calcetines, calzado, cepillos...
 Centros de trabajo, colegios, cuarteles...
El problema radica en que muchas de las personas que son portadores de una tiña contagiosa lo desconocen. En este sentido, se calcula que el 20% de los casos no sabe que puede transmitir la enfermedad a otros y, por tanto, no toma las medidas preventivas para evitar que la infección se propague a otras personas.


Síntomas de la infección
No todos los síntomas aparecen al mismo tiempo. Al principio no hay molestias sino que éstas van apareciendo paulatinamente.
En primer lugar hay un aumento de la sudoración y como consecuencia de ello junto con la acción de los hongos se presenta mal olor. Los pies están macerados, y la piel se vuelve mucho más vulnerable y frágil.
Si no se toman medidas, la infección prosigue y en un segundo tiempo se presenta el picor, con sensación de quemazón al mismo tiempo. Más tarde surge dolor, grietas, rozaduras y descamación de la piel.
Las alteraciones suelen empezar entre el 4º y 5º dedo y pueden extenderse al resto de los dedos, al resto del pie e incluso llegar a afectar a las uñas.
También hay casos en los que se llegan a formar amplias ampollas. Si el hongo llega a causar erosiones, se debe prestar particular atención a la higiene de la zona, ya que puede producirse además una infección por bacterias, especialmente en personas mayores e individuos con inadecuada irrigación sanguínea de los pies.
Tratamiento largo
Una vez identificado el problema es preciso seguir un tratamiento durante bastantes meses, incluso se debería continuar aunque hayan desaparecido los síntomas para evitar recaídas.
Asimismo hay que extremar las medidas de prevención, especialmente en los lugares de mayor riesgo de transmisión, tanto para evitar el contagio propio como, si se padece la infección por hongos, para evitar contagiar a los demás.
Lo que ocurre es que cuando se logran mitigar los síntomas más molestos, muchos afectados abandonan el tratamiento, por lo que pueden surgir recaídas.
De hecho, la mayoría de afectados no viven su problema como una verdadera enfermedad y tienden a minimizar su importancia. Tan es así, que un alto porcentaje de los afectados (30%) utilizan remedios caseros; un 20% confiesa no haberse tratado, mientras que el 60% declara haber seguido un tratamiento farmacológico, bien bajo prescripción de su médico o por orientación de su farmacéutico. De todas formas, un 10% ha simultaneado los fármacos con los remedios caseros.

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